A la mayor parte de la gente le perturba ver y escuchar imágenes de guerra y violencia. Sin embargo, puede ser particularmente difícil para quienes han tenido que dejar su hogar y venir a los Estados Unidos a causa de un conflicto o una crisis. En particular puede preocupar a los padres que sus hijos escuchen hablar de la guerra o vean imágenes de violencia.
A continuación, indicamos seis formas en que los padres pueden ayudar a sus hijos:
1. Cuídate. Los niños, especialmente los más pequeños, miran a sus padres para saber cómo sentirse. Por ejemplo, cuando uno de los padres está visiblemente afligido o asustado, sus hijos pueden sentirse menos seguros y más inquietos. Esto no significa que los padres tienen que fingir o simular una reacción. En cambio, podrían considerar:
- Tener un lugar privado y adultos de confianza con quien expresar sus emociones libremente y lejos de sus hijos. Puede tratarse de un amigo, una autoridad religiosa o un terapeuta.
- Hacer algo diariamente que ayude a controlar o manejar sus reacciones, como rezar, meditar, ejercitarse o practicar técnicas de respiración. Quien necesite ayuda para aprender nuevas maneras de controlar sus emociones o las que ya tenga no den resultado, puede ponerse en contacto con su encargado de caso o con un médico para ser remitido a un consejero o un terapeuta.
- Describir con palabras y modelar el comportamiento. Si los padres explican sus emociones y como las manejan, pueden ayudar a sus hijos a entender lo que estén sintiendo y servir de ejemplo para que ellos a su vez controlen sus emociones. Por ejemplo, un padre puede explicar “me pongo muy triste cuando pienso en lo que está pasando. Cuando estoy triste, me gusta hablar con un amigo para que me ayude a sentirme mejor ¿tú qué haces cuando te sientes triste?”.
Cuando tus seres queridos corren peligro. Si uno de los padres tiene seres queridos que están en una situación peligrosa, puede ser más difícil sobrellevarlo. En esas situaciones, tal vez los padres quieran obtener más apoyo para sí mismos y para sus hijos y buscarlo en un grupo de apoyo, una autoridad religiosa o un terapeuta. Los médicos, los encargados de sus casos y los consejeros en las escuelas pueden ser buena fuente de recomendaciones.
2. Comprende reacciones que son normales. Ver y oír imágenes de guerra y conflicto puede causar distintas emociones y comportamientos. Uno se puede sentir más asustado, tener problemas para dormir, tener más dificultades para concentrarse o recordar, sentirse alejado de otros, estar enojado, tener más ansiedad o ver que reaparecen recuerdos difíciles. En el caso de los niños, las emociones suelen aparecer en la conducta. Los padres pueden observar que sus hijos se portan peor, tienen berrinches o regresiones tales como mojar la cama. Es útil que los padres conozcan las posibles reacciones ante un evento traumático según la edad con el fin de reaccionar mejor y ayudar a sus hijos.
3. Habla con tus hijos. Los padres pueden hablar con sus hijos acerca de la situación en una forma adecuada según la edad. Tal vez en el caso de los niños más pequeños sea suficiente recordarles que están protegidos y que los padres están para ello, pero los niños mayores pueden tener preguntas o querer una conversación más prolongada. Para empezar la conversación, los padres pueden reconocer la situación y preguntar a los hijos que saben y cómo se sienten. Los padres deberían escuchar sin emitir críticas de manera que sus hijos sepan que sus sentimientos y emociones, cualesquiera que sean, son válidas. Deben tratar de mantener la calma y contestar a las preguntas lo mejor que puedan. Está bien decir que no saben la respuesta a algo. Pueden reconfortar a sus hijos diciéndole que los quieren, que están para protegerlos y que están dispuestos a conversar. Si la situación se prolonga o evoluciona en el tiempo, tal vez habrá que tener múltiples conversaciones.
4. Mantén una rutina. La rutina sirve para dar una sensación de predictibilidad y seguridad a las personas de toda edad, pero es especialmente importante para los niños. Es útil ir a acostarse y despertarse a la misma hora cada día. También son importantes otras rutinas como comer, bañarse y acostarse a la misma hora o tener actividades especiales los fines de semana. Estos hábitos diarios y semanales ayudan a tener una sensación de orden y control y a cuidarse en época de estrés.
5. Pasen más tiempo juntos. Tal vez convenga que los padres pasen más tiempo con sus hijos y les presten más atención haciendo cosas juntos, tales como leer un libro, jugar o cocinar. También pueden darles más abrazos, sentarse a su lado y darles palmaditas en la espalda, especialmente si son más pequeños. Esto sirve para recordar y asegurar a los hijos que sus padres están ahí y los quieren.
6. Limita los medios de comunicación. Ver o escuchar imágenes de guerra y violencia puede ser perturbador y aumentar los temores y la ansiedad. Los padres deberían tratar de limitar la exposición a medios de comunicación, especialmente en el caso de los niños más pequeños. Los de más edad podrán estar más expuestos en la escuela o por dispositivos personales como computadoras o teléfonos móviles. Los padres deben discutir con ellos abierta y honestamente qué efectos tiene esa exposición y, de ser posible, ver las imágenes juntos para poder responder preguntas. También se puede considerar la posibilidad de instalar filtros para prevenir imágenes gráficas, limitar el tiempo en que se puede usar una computadora o un teléfono móvil o discutir qué sitios web son apropiados y permitidos.